METAMORFOSIS.
Pasan lentas, monótonas, las horas,
que señala el reloj de malagana;
la tarde va muriendo en mi ventana,
y se instala la noche sin demoras.
Llegan las sombras frías, trepadoras,
con su daga de sueño y de desgana,
presagiando la muerte, tan temprana,
que el alma invaden amenazadoras.
Pero de pronto un hálito de vida,
augur de una esperanza renacida,
brota de mis entrañas y adelanta
la luz de un nuevo día pregonero:
que la noche se va con un te quiero,
y el amor del sarcófago levanta.