Y LLEGARON LOS PASTORES
En el
portal de Belén,
en
plena noche callada
ha nacido el Niño Dios,
pues no hay sitio en la
posada.
Sus
padres, José y María,
han
arreglado la estancia
del
mejor modo posible
con
humildad y con calma.
Lo
acuestan en el pesebre,
junto
a una mula, cercana
a un
tranquilísimo buey,
que
pastando allí se hayan.
Envuelto
en limpios pañales,
con
una toca de lana,
el
niño parece un cromo,
con
su carita rosada.
María
mira a José,
y
se le cae una lágrima
furtiva
por la mejilla
de
tanto gozo en el alma.
Los
dos miran al chiquillo,
que
duerme sobre las pajas,
mientras
la luz de un candil
va
iluminando las estancia.
Y
de pronto se oyen ruidos
a
la puerta de la estancia:
han
llegado unos pastores
envueltos
en sus zamarras.
Vienen
a adorar al niño,
y
a cantarle muchas nanas,
pues
los ángeles del cielo
les
han dicho lo que pasa:
“Que
ha nacido el Emmanuel,
y
en un pesebre se haya.”
Id
de prisa a saludarlo,
que
trae la paz y la gracia.”
El
niño mira y sonríe,
mueve
las manos y salta,
y
en el brillo de sus ojos
la
luz de Dios se destapa.
Cuando
se van los pastores,
los
ángeles les reemplazan.
Que
no se puede ocultar
el gozo en la Noche Santa.
Y
la luna y las estrellas,
también,
en la altura danzan.
[2018].