1.- DIME QUE ESTÁS AHÍ
[Buscando la presencia del Invisible]
Cual pájaro en la noche, como un sueño,
fugaz como figura de quimera,
a grito sofocado va mi espera
donde ya no hay abrazos, sino ensueño.
Vuela sin rumbo, errante en loco empeño
de atisbar tu silueta por doquiera;
lleva heridas las alas, ni siquiera
encuentra ecos: soledad sin dueño.
Dime que estás ahí, a ras de suelo,
en medio de mi noche, pues tu ausencia
produce escalofríos en mi alma.
Dime que tu silueta está en la calma
de la brisa suave, y me consuelo;
y no buscaré más otra presencia.
2.- SILENCIO EN DERREDOR
Silencio en derredor, ruido a lo lejos,
desierto de palabras que no brotan;
sólo leves suspiros, que denotan
la inmensa soledad de los espejos.
De la vida que fue sólo reflejos
quedan en la memoria, que rebotan
del ímpetu de ayer; tan sólo flotan
ingrávidos fantasmas incomplejos.
¿Será que voy del tiempo a la deriva,
o que sólo he vivido en la quimera
y no puedo esperar, pues no hay espera?
Yo no lo sé; pero paciente espero,
con el alma y el ser en carne viva,
de todos y del Todo pordiosero.
3.- DE TANTO CAMINAR
De tanto caminar por las arenas,
tengo tierra en los ojos
y en el alma.
Señor,
estoy sediento
y se ha roto de pronto
el cántaro del agua.
Por los senderos,
como al atardecer corren las sombras,
corre a solas,
sonámbula, mi alma.
Dime que está ahí,
girando en torno
de mis pacatos años,
que sostienes
mi vida con tus manos,
que me basta
con seguir tu Palabra.
Dime que está ahí,
al quite siempre,
aunque sigas dormido
en nuestra barca.
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LA TEOFANÍA DEL SINAÍ
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"Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Trashumando por el desierto llegó al Orbe, el monte de Dios, y allí se le apareció un ángel del Señor, como una llama que ardía en medio de una zarza. Al fijarse, vio que la zarza estaba ardiendo, pero no se consumía. Entonces Moisés se dijo: “voy a acercarme para contemplar esta maravillosa visión, y ver por qué no se consume la zarza”. Cuando el Señor vio que se acercaba para mirar, le llamó desde la zarza:
- ¡Moisés, Moisés!
Él respondió:
- Aquí estoy.
Dios le dijo:
- No te acerques; quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es sagrado.
Y añadió:
- Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Moisés de cubrió el rostro, porque temía mirar a Dios”. (Ex 3, 1-6)
4.- MORIR DE AMOR
He buscado tu zarza en la montaña
para poder hablarte. Y sólo fuego
por dentro, hasta los huesos. Diré, luego,
que no estabas allí. Será artimaña
del corazón herido hasta la entraña
para poder hablarte. Y sólo fuego
por dentro, hasta los huesos. Diré, luego,
que no estabas allí. Será artimaña
del corazón herido hasta la entraña
de no sentir tu voz. ¿Acaso es juego
de amor entre los dos?. Exhausto, pliego
mi intrépida arrogancia ante tu extraña
manera de querer. Dios, qué tormento
este querer tenerte y no encontrarte,
este encontrarte y no poder tenerte
a velas desplegadas ni un momento.
Pero yo sé que, al fin, podré abrazarte
y apagarás mi sed de poseerte.
de amor entre los dos?. Exhausto, pliego
mi intrépida arrogancia ante tu extraña
manera de querer. Dios, qué tormento
este querer tenerte y no encontrarte,
este encontrarte y no poder tenerte
a velas desplegadas ni un momento.
Pero yo sé que, al fin, podré abrazarte
y apagarás mi sed de poseerte.