A TU PUERTA ESTARÉ
Aunque del verso humilde artificiero
y tras largo camino recorrido,
por el renglón del verbo voy perdido
y sólo puedo ya escribir: Te quiero.
No me pidas discursos: vocinglero
no voy a ser, porque jamás lo he sido.
Solitario, me siento enmudecido,
y sólo acierto a pronunciar: Te quiero.
Quiéreme tú, Señor, a la callada.
Y aunque el silencio sea lo que nos une
dime al menos “te quiero”, dos palabras,
y no te pediré para mí nada;
pero no seas a mi gemido inmune,
que a tu puerta estaré hasta que me abras.