LA ESCALA DE JACOB.
Llegando Jacob a cierto lugar, se
dispuso a hacer noche allí, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las
piedras del lugar, se la puso por cabezal, y se acostó en aquel lugar. Y tuvo
un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los
cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y vio que Yahveh
estaba sobre ella, y que le dijo: «Yo soy Yahveh, el Dios de tu padre Abraham y
el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu
descendencia. […] Mira que yo estoy contigo; te guardaré por doquiera que vayas
y te devolveré a este solar. No, no te abandonaré hasta haber cumplido lo que
te he dicho.» Despertó Jacob de su sueño y dijo: «¡Así pues, está Yahveh en
este lugar y yo no lo sabía!» (Gn 28, 11-14 y 16) .
ME HE POSTRADO ANTE TI
Me he postrado ante Ti, por ver si en sueños
mi corazón contigo hablar podía;
y sólo oscuridad, sólo sequía,
he podido encontrar en mis empeños.
No hay ángeles, ni estelas, ni pequeños
atisbos llegan de tu cercanía.
Todo lo desvanece el nuevo día,
y una nube me llena de desdeños.
Mas volveré a postrarme y a esperarte,
aunque soñar no pueda, ni te vea.
Esa será de noche mi tarea.
De día ya intentaré escamotearte,
aunque sé que te empeñas en seguirme,
y de Ti tengo sed hasta morirme.