En este tiempo de cuaresma debemos dedicarnos a descubrir y corregir nuestros errores, y, ello, desde una actitud de oración, examen de conciencia, penitencia y renovación interior.
HE LUCHADO CONTIGO
[En memoria de la lucha de Jacob y lamentando
nuestros insensatos retos al Altísimo]
En mi obcecado orgullo y desvarío
he luchado contigo y me has vencido,
Señor, desde la altura descendido
hasta la negra noche de mi estío.
Hoy quiero ver tu rostro y, cual rocío
que empapa el corazón encallecido,
sentir tu bendición. Arrepentido,
jamás repetiré mi desafío.
No me aferro a mi nombre. Si tú quieres
me lo puedes cambiar, pues mi destino
está en tus manos. Y seguir quisiera
caminando a tu lado, aunque tuviera
que arrostrar las heridas del camino,
porque Tú me haces fuerte, aunque me hieres.
[En memoria de la lucha de Jacob y lamentando
nuestros insensatos retos al Altísimo]
En mi obcecado orgullo y desvarío
he luchado contigo y me has vencido,
Señor, desde la altura descendido
hasta la negra noche de mi estío.
Hoy quiero ver tu rostro y, cual rocío
que empapa el corazón encallecido,
sentir tu bendición. Arrepentido,
jamás repetiré mi desafío.
No me aferro a mi nombre. Si tú quieres
me lo puedes cambiar, pues mi destino
está en tus manos. Y seguir quisiera
caminando a tu lado, aunque tuviera
que arrostrar las heridas del camino,
porque Tú me haces fuerte, aunque me hieres.